- Un instituto francés. Un jueves por la noche. Y una bebida sin control: «¿Me pidieron el DNI? No. Me dijeron: ‘Es para el cumpleaños de mi hermano'». Este extracto, tomado durante una operación de control, refleja una observación alarmante: la prohibición de la venta de alcohol a menores existe… pero con demasiada frecuencia se queda en papel mojado.
Una prohibición clara, pero poca aplicación
La norma es inequívoca: está prohibida toda venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. Santé et Autonomie+2Légifrance+2
Sin embargo, sobre el terreno, el cumplimiento de esta ley deja bastante que desear.
Las encuestas de revelación realizadas entre las cadenas de supermercados muestran que la mayoría sigue vendiendo alcohol a menores sin exigir una prueba de edad. Economiematin+2blog.addictions-france.org+2
Esta situación plantea interrogantes: ¿quién, en las tiendas o bares, es realmente responsable de comprobar la prueba de la edad? Muchos lo dejan pasar.
El papel de los cajeros y la presión del comercio minorista
Cuando un joven paga una botella de 8 euros, con una bolsa o una lata, surge la pregunta: ¿debe el cajero comprobar sistemáticamente?
La respuesta legal es sí.
Pero la realidad sobre el terreno es diferente. La presión del flujo, la apariencia del cliente, la rapidez de la compra… hay demasiados factores que incitan a la inacción.
El Código de Salud Pública francés impone una obligación: «La persona que expida la bebida exigirá al cliente que presente una prueba de su mayoría de edad». Légifrance
Y sin embargo: pocos controles, sanciones limitadas, menos vigilancia.
Cuándo la venta de alcohol a menores se convierte en un problema de salud pública
Cuando los jóvenes empiezan a beber a una edad temprana, los efectos son duraderos: dificultades de aprendizaje, alteración de la maduración cerebral y mayor riesgo de dependencia. Adicciones Francia+1
Un joven de 15 años que compra libremente una bebida «recreativa» ya está en camino de convertirse en un adulto potencialmente dependiente del alcohol.
Sin embargo, pocos establecimientos son sancionados a largo plazo. Las denuncias siguen siendo escasas, al igual que los procesamientos.
Esto nos lleva a la alarmante conclusión de que la aplicación de la ley sigue siendo una variable de ajuste. Mientras tanto, los jóvenes están pagando el precio.
Actúa antes de que sea demasiado tarde
Si eres padre, profesor o empresario, este hecho no debe paralizarte, sino movilizarte.
He aquí algunas ideas prácticas:
- Introduce la verificación sistemática de la edad en todos los comercios.
- Forma a los equipos para que detecten comportamientos de riesgo: compras tardías, bolsas visibles, compras en grupo.
- Habla con los jóvenes. Explícales que el alcohol no es sólo una «fiesta», sino un producto que lo cambia todo: el cuerpo, el cerebro, la vida.
- Ofrece alternativas sin alcohol para que el placer permanezca, pero sin los riesgos.
Los minoristas también tienen un papel que desempeñar: recordar las normas, exponer claramente la prohibición, negarse a vender a un joven sin una prueba de edad. Es una responsabilidad colectiva.
Una responsabilidad compartida
La venta de alcohol a menores no es sólo un fallo individual.
Es un fallo colectivo: distribución, legislación, supervisión, educación.
Cada actor tiene un papel que desempeñar: desde el cajero que tiene que pedir el carné de identidad, hasta el gerente que tiene que formar a su equipo, pasando por la comunidad que tiene que supervisar.
Y hasta el padre que tiene que hablar con su hijo sobre este acto que puede deslizarse hacia la adicción.
Conclusión
El comercio y la ley están ahora desequilibrados.
Vender alcohol a un menor ya no debe ser una infracción leve: es un riesgo importante para la salud pública.
Actuar para que la ley no sea sólo una señal: es responsabilidad de todos.
Porque detrás de cada bebida vendida demasiado pronto, una vida puede dar un vuelco.